Una abadía con muros de plata

Iniciado por wolfbcn, 12 Noviembre 2012, 01:48 AM

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Tiene veinticinco años y es, posiblemente, la 'abadía' más joven de las que pueblan el territorio español aunque su ubicación no es exacta: vive en todos y cada uno de los microordenadores de 8 bits que un día la alojaron en sus monitores.

La Abadía del Crimen cumple un cuarto siglo y lo hace como uno de los referentes máximos del videojuego español y convertida en un objeto de culto tanto para aquellos que pudieron catarla en su día como para aquellos que la han descubierto con unos años de retraso.

La adaptación de El Nombre de la Rosa, título que no pudo adoptar debido a la negativa de Umberto Eco -que no veía nada claro aquello del videojuego a finales de los ochenta- es la historia, también, de dos amigos de infancia que crearon uno de los juegos más importantes de nuestro catálogo, por el que casi no vieron ni un duro y que supuso su última aportación en el terreno del ocio electrónico.

Paco Menéndez y Juan Delcán fueron los encargados de trasladar a un Amstrad la historia de una abadía en la que se sucedían una serie de misteriosos asesinatos. Natural de Avilés, Menéndez formaba parte del grupo de amigos que había fundado Made in Spain, uno de los estudios pioneros de videojuegos en nuestro país y responsables de Fred o de Sir Fred, hasta que decidió emprender el vuelo en solitario cuando el resto de amigos quiso tener en cuenta factores empresariales que, a él, ni le iban ni le venían.

En ese desajuste encontró el hombro de Juan Delcán, un outsider en el terreno del videojuego, que puso el contrapunto necesario para sacar La Abadía del Crimen hacia adelante. Nacido en Quebec, Delcán llegó a Madrid a muy temprana edad y se hizo amigo de Menéndez. Compartían amistad con el grupo de Made in Spain aunque no era un loco de la programación como el resto de sus amigos: lo que a Delcán le pirraban eran las artes y por ello decidió enrolarse en Arquitectura cuando comenzó sus estudios universitarios.

Juan Delcán le aportaba a Menéndez aquello que el programador carecía: maestría con la creación de gráficos y escenarios. El programador necesitaba a un grafista capaz de encargarse del diseño y de las animaciones de los personajes y también a un experto capaz de crear una Abadía que el jugador pudiera identificar y que fuera un lugar reconocible para el usuario.

"Paco me propuso que hiciera un juego para él. Estaba hasta arriba de trabajo pero a Paco era difícil decirle que no, se le ponían los ojos así brillantes, como en los dibujos japoneses, y no le podías decir que no. Quería hacer algo que rompiera con todo, que fuera lo más alucinante del mundo. Quiso contar conmigo porque el dibujo no se le daba especialmente bien y me habló de 'El nombre de la rosa'. Estaba obsesionado. Decía que era increíble", explica Delcán a través de Skype desde Nueva York, donde reside actualmente.

Menéndez estaba en lo cierto cuando decía que quería hacer un juego rompedor en todos los sentidos, o por lo menos si lo ponemos en el contexto del videojuego español que vivía en aquel momento su Edad de Oro. Una época dorada en la que afloraban los arcades pero donde la que la aventura isométrica (una perspectiva pensada para crear una ilusión tridimensional en máquinas de escasa potencia tecnológica) era una rareza. El juego de Menéndez y Delcán se acercaba más a las maravillas que llegaban desde Inglaterra (Knight Lore, Head Over Heels, The Great Escape) que a la producción española para 8 bits. Menéndez era consciente de ello y así lo aseguraba en una entrevista concedida a El País Semanal a principios de 1987: "No se ha hecho nada parecido en España".

La Abadía del Crimen se convirtió, desde su salida en noviembre de 1987, en una rareza en el mercado español. Aparte de la citada temática y de su propuesta muy al margen de lo que estábamos acostumbrados a ver al enchufar un Spectrum, el título nunca encontró su hueco entre la maraña de títulos editados en nuestro país que se aupaban a los primeros puestos de las listas de ventas (Game Over, Desperado).

No lo encontró ni durante su primera edición con Míster Chip, firma que respondía al nombre de la academia de informática que regentaba el padre de Menéndez, ni cuando Opera lanzó una segunda edición en abril del 88 y en la que incluyó el PC entre las versiones comercializadas, plataforma para la que Menéndez carecía de los conocimientos necesarios.

Objeto de culto en los noventa

Fue a raíz de la aparición de la solución y los mapas en la extinta Micro Manía y con el paso de los años que La Abadía del Crimen se convirtió en un objeto de culto que muchos jugadores comenzaron a reivindicar como la obra cumbre de la Edad de Oro del 'software' español tanto por su apabullante calidad gráfica, para los estándares de la época, como por lo ambicioso de su concepción. En aquel entonces, Menéndez y Delcán ya estaban más que de vuelta del sector del videojuego.

El primero lo abandonó definitivamente a los pocos meses de haber lanzado la que sería su obra maestra. Con un currículum en el que sólo se contaban tres videojuegos, Paco Menéndez se ganó a pulso un lugar en el 'hall of fame' del videojuego español. No solo lo reconoció la prensa (Premio al programador del año de Microhobby en 1987) sino cualquiera de sus compañeros de andanzas ya fuera en Made in Spain o en Opera Soft. Como no, su compañero, Juan Delcán, también puede dar fe de ello.

"Creía en la idea de conseguir el máximo de información con el mínimo número de líneas de código. A Paco le gustaba dar una vuelta y hablar conmigo o pensar... Nos íbamos a dar una vuelta, porque empezábamos a tener claustrofobia de estar en mi habitación [el juego se programó en la habitación de Delcán, de 'unos tres metros por cinco'], y andábamos por nuestro barrio. Luego, de repente, Paco se sentaba y era como un pianista virtuoso: se ponía a teclear como un loco y en cinco minutos había hecho toda la historia. Lo tenía toda en la cabeza. Era un genio, sin duda".

Las obligaciones profesionales separaron a ambos amigos. Menéndez siguió durante una temporada en Madrid hasta que se trasladó a Sevilla, ciudad en la que perdió la vida a finales del siglo pasado. A Delcán la trágica noticia le pilló desprevenido en Los Angeles. Nunca terminó la carrera e hizo las Américas. La vida no le ha ido nada mal, en la actualidad reside en Nueva York y entre sus trabajos se cuentan colaboraciones en videoclips para U2. Eso sí, el nombre de ambos, un programador y un aspirante a arquitecto, ha quedado grabado a fuego para siempre en una abadía formada por píxeles y sprites.

CitarEl origen y la creación de La Abadía del Crimen y otros temas relacionados con la Edad de Oro del software español como la bajada de precios de ERBE o la creación de clásicos de Dinamic como Game Over o Fernando Martín se puede encontrar en el segundo volumen de Ocho Quilates. Una historia de la Edad de Oro del software español (Star-T Magazine Books). www.ochoquilates.com

FUENTE :http://www.elmundo.es/elmundo/2012/11/08/navegante/1352376785.html
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